Pocos desperdicios, compatibilidad con todo tipo de construcciones, ahorro energético y rapidez de armado, configuran algunas de las tantas ventajas por las cuales, la construcción en seco viene ganando terreno en Argentina.
El patrón determinante a nivel mundial sigue siendo la sustentabilidad, aspecto no menor entre otras cosas, por los esfuerzos del sector constructivo para disminuir el impacto ambiental y reducir su huella de carbono. De hecho, la Nueva Agenda Urbana que se aprobó en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible ( Quito, Ecuador, 2016) expresa la necesidad de “desarrollar modos de construcción y edificios eficientes desde el punto de vista energético”, tanto como reducir los desechos, dando prioridad al uso de materiales locales.
“Nuestra empresa adhiere a este precepto y es por eso que desde los últimos años, hemos asumido fuertemente el compromiso de aportar soluciones que incluyan a la construcción en seco como principal alternativa”, expresó José Fava, una de las cabezas de ABREGU CONSTRUCCIONES SRL cuya expansión en 2020 les permitió salir de la Provincia de Córdoba y abarcar el segmento de las grandes obras como la que están desarrollando en Merlo, San Luis, para la firma MBA.
Empresario que encuentra entre las grandes dificultades para avanzar con este sistema al “personal capacitado, porque su instalación requiere de técnica y por lo general la mala promoción es a causa de experiencias negativas en manos de una constructora no especializada ”.
Justamente, Fava señala que el primer paso para decidir la Construcción en seco es elegir a quién contratar. “Particularmente observamos entre nuestros clientes que, quien decide construir o ampliar con este método, difícilmente vuelve al sistema tradicional del ladrillo”.
Una de las razones que genera tal afinidad la explica el Instituto de Construcción en Seco (INCOSE) al mencionar que “las últimas experiencias realizadas en Inglaterra en un programa de estudio sobre corrosión de estructuras de viviendas, que abarca el estudio de viviendas ubicadas en más de 40 localizaciones, muchas de ellas en ambiente marino, indica que las pérdidas de recubrimiento galvanizado aseguran durabilidades del mismo superiores a los 100 años”. Esto, sumado a su resistencia, garantiza una opción nada despreciable que tiene su principal impacto no tanto en el costo, como sí en los tiempos de ejecución.
Y si bien en Argentina el crecimiento sigue siendo lento (y acompaña la toma de conciencia cada vez más generalizada sobre el impacto de la construcción en el medio ambiente), lo cierto es que en el 2019, nuestro país se convirtió en el tercero de Sudamérica en usar este método, con un consumo de placa de yeso – principal indicador- de 0,8 m2/hab. per-año, sólo por debajo de Chile con 3,0 y de Uruguay con 1,1.
“No podemos negar el progreso, pero podemos avanzar con conciencia. Esto implica para nosotros un gran desafío y a la vez, una batalla que creemos vamos a ganar más temprano que tarde; el desarrollo sustentable ha dejado de ser un simple concepto para convertirse en una hacer cotidiano. Estamos a la altura de las nuevas demandas y queremos ser protagonistas del cambio”, concluyó Juan Fava.
